Por Judith Álvarez
Todo está bien. No hay necesidad de preocuparse. Aquí no hay nada que mirar.
Ese es el mensaje enviado por la aún nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en respuesta a la reciente reelección de Donald Trump a la Casa Blanca. No obstante, es probable que la futura realidad sea mucho menos optimista.
Las industrias estadounidenses que han invertido ampliamente en el comercio con México a través de la frontera sur de los Estados Unidos ya están anticipando una batalla cuesta arriba por sus cadenas de suministro en los meses posteriores a que el presidente electo asuma el cargo. Trump ha sido completamente transparente en sus opiniones sobre México. Desde la inmigración hasta los cárteles y las relaciones comerciales, ha dejado en claro que tiene la intención de llamar la atención a México y tomar decisiones unilaterales cuando sea necesario para lograr sus objetivos de mantener la frontera de los EE. UU. segura de migrantes, narcotraficantes e importaciones chinas.
Auge de inversión
Muchas empresas a ambos lados de la frontera están anticipando un retorno a los tiempos disruptivos de 2018, solo que a mayor escala. Durante los últimos cuatro años, México ha disfrutado de una entrada masiva de inversión extranjera, gran parte de la cual proviene de los viajes transfronterizos de camiones de EE. UU. a través del cruce fronterizo de Laredo (el más grande de la frontera sur de EE. UU.), que ha alcanzado un pico de más del 50% interanual durante los primeros tres trimestres de 2025. Las exportaciones de EE. UU. a México han crecido de 212,000 millones de USD en 2019 a 322,000 millones de USD en 2023 y están en camino de superar ampliamente esas cifras en 2024. En 2023, el saldo total de la inversión extranjera en México se mantuvo en 649,000 millones de USD y las nuevas entradas netas para el año se mantuvieron en 35,300 millones de USD, un aumento del 12% con respecto al año anterior. Las inversiones de EE. UU. representaron el 37.8% de eso, ciertamente la mayor proporción.
La amenaza arancelaria
Por todos estos motivos, los objetivos establecidos de la campaña Trump no solo concitan las preocupaciones estándar sobre los recién llegados que vienen con un cambio en el gobierno. Hay mucho en juego. Trump ha declarado repetida e inequívocamente su intención de implementar un arancel universal del 10% o del 20% e imponer un arancel del 200% a todos los automóviles que ingresan a los EE. UU. desde México. Además, ha considerado la idea de un arancel del 25% sobre todas las importaciones mexicanas si el gobierno mexicano no frena la cantidad de migrantes que llegan a las fronteras de los EE. UU., así como tomar medidas para reducir/eliminar el flujo de drogas. La política automotriz tiene como objetivo directamente detener la creciente marea de fabricantes chinos de vehículos eléctricos interesados en fabricar en México. No es un secreto que las empresas chinas están eludiendo los aranceles que Trump implementó contra las importaciones chinas durante su primer mandato en el cargo al reubicarse o establecer nuevas instalaciones de producción en México, donde pueden aprovechar el libre comercio transfronterizo. Los volúmenes de carga de China a los puertos de la costa oeste de México aumentaron de 78,000 contenedores cuando Trump abandonó el cargo a un máximo de 135,000 a mediados de 2024.
No solo los aranceles dirigidos a las importaciones de México representan una amenaza, sino también los dirigidos a China. Un arancel del 60% sobre todas las importaciones chinas a los EE. UU. significa que las empresas estadounidenses que operan en México, pero que utilizan componentes importados a México desde China, podrían correr el riesgo de quedar excluidas del libre comercio.
Hacer que el gobierno rinda cuentas
Dado el volumen de inversión de EE. UU. y su dependencia de EE. UU. como socio comercial principal, existen motivos sólidos para que el gobierno de México, y quienes invierten en la economía de México, estén preocupados por un segundo mandato de Trump. La administración de Biden se había acostumbrado a utilizar guantes de seda en sus relaciones con México. Katherine Tai, representante comercial de EE. UU. (U.S. Trade Representative, UTR), había reclamado a México por varias transgresiones, pero no se tomó ninguna medida concreta. Por el contrario, Trump obligó a México a incorporar reformas laborales en el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (United States-Mexico-Canada Agreement, USMCA) para nivelar el campo de juego entre los trabajadores estadounidenses y mexicanos. Tenemos sobradas razones para creer que él y su USTR harán que México cumpla esas políticas, así como las reformas del sector energético que se esperaba que promulgara como parte del USMCA.
Una nueva visión del contenido de valor regional
Los observadores comerciales temen que el nuevo USTR nombrado por Trump pueda impulsar una nueva definición de contenido de valor regional bajo el USMCA. El contenido de valor regional es el cálculo de qué porcentaje de una importación está compuesto por contenido dentro de la zona comercial del USMCA. Hoy en día, se pueden incorporar componentes de China en un automóvil o parte de un automóvil fabricado en México y, siempre que la transformación sea sustancial, pueden considerarse completamente hechos en México.
Dada la penetración de la fabricación china en México en los últimos años, una nueva administración de Trump podría cambiar las reglas para el contenido de valor regional cuando el USMCA se revise en 2026 a fin de prohibir el uso de componentes chinos (o aplicar el arancel del 60% sobre esos componentes). Esto sería particularmente perjudicial para el sector automotriz, que ya ha tenido que adaptarse a un aumento en los requisitos de contenido de valor regional (del 62.5% al 75%) en 2020 cuando entró en vigencia el USMCA. Y la carga de administración asociada es Igualmente amenazante. Un panel del USMCA ya ha dictaminado a favor de México y Canadá que el llamado método de “acumulación” para calcular el contenido de valor regional es aceptable (con gran disgusto de Washington). La administración de Trump podría reabrir esa vieja herida insistiendo en un cálculo preciso del contenido o desechando el acuerdo por completo en 2026).
Cumplimiento: una misión crítica
En 2025 y en los años venideros, las empresas estadounidenses con operaciones en México deberán tener una perspectiva más nítida sobre el cumplimiento. Para las empresas más grandes que trasladan mercancías a granel a través de la frontera sur de los EE. UU. y tienen sistemas sólidos y sofisticados para gestionar sus negocios, esto es menos preocupante. Las soluciones de gestión del comercio global han ayudado durante mucho tiempo a estas empresas a rastrear movimientos, asignar valores a bienes, clasificarlos correctamente y calcular el desembolso requerido de derechos de aduana de manera automatizada.
No obstante, para muchas de esas empresas que recientemente han establecido una división en México, los procesos manuales siguen siendo el centro de su actividad comercial. Eso deja espacio no solo para errores humanos, sino para la incapacidad de identificar cambios en los requisitos reguladores o códigos de clasificación, lo que conduce al riesgo de incumplimiento. Dado el mayor escrutinio del departamento de Aduanas y Protección Fronteriza (Customs and Border Protection, CBP) de los EE. UU. en torno al cumplimiento aduanero en los últimos años, el riesgo de ser marcado por incumplimiento es mayor que nunca. Una auditoría aduanera, además de ser una tarea administrativa masiva que alejará los recursos de otras tareas, puede dar lugar a sanciones financieras y obligaciones retroactivas.
Verificación de origen
Otra tendencia de auditoría más reciente que surge de la Aduana de los EE. UU. es un mayor grado de atención en la verificación de origen, particularmente para las importaciones que se declaran en virtud del USMCA. Washington se ha enterado del nuevo esquema en que los productos chinos (es decir, los componentes de los productos) están llegando a los EE. UU. libres de aranceles a través del transbordo dentro de los territorios del USMCA (como se indicó anteriormente).
En respuesta, la CBP ha estado emitiendo un número creciente de solicitudes de verificación de origen a importadores de todas las industrias, pero particularmente a aquellos en la industria automotriz. El resultado ha sido una ráfaga de actividad administrativa entre los importadores para validar que los bienes que se importan cumplan con las normas del USMCA y con los requisitos de contenido regional. Es posible que eso no suene como una tarea onerosa, pero hay que considerar que cada solicitud viene con un plazo de 30 días y requiere que el importador presente una lista de materiales para los bienes importados que muestre claramente qué componentes son elegibles para la exención de derechos de aduana en virtud de las reglas del USMCA y cuáles no lo son, al mismo tiempo que se clasifica y valora correctamente cada uno de esos componentes y se presenta documentación para certificar los bienes que son de la región del USMCA. Si esto no se hace, podría cambiar el cálculo del contenido del valor regional y hacer que las importaciones no sean elegibles para la exención de impuestos en virtud del USMCA. Las empresas que importan a los EE. UU. al por mayor podrían enfrentarse a múltiples solicitudes de verificación de origen a la vez, lo que implica un trabajo administrativo particularmente agotador, especialmente porque parte de la documentación puede provenir de proveedores que no son fácilmente accesibles. Para que el escenario sea aún más desafiantes, no solo las autoridades aduaneras de los EE. UU. están recurriendo más a la verificación de origen, sino que las autoridades aduaneras mexicanas están haciendo lo mismo. Para las empresas que participan en el comercio transfronterizo frecuente, esto puede ser exponencialmente doloroso.
Con la mirada puesta en el futuro
Las empresas estadounidenses que comercien activamente bienes en la frontera sur del país deberán observar atentamente la política comercial en 2025 y deberían considerar hoy opciones alternativas de producción y abastecimiento. Eso puede parecer frustrante dado que muchos han abandonado recientemente la producción en China para trasplantarla a México y ahora pueden necesitar hacer lo mismo. Pero esperar que todo salga bien sin un plan de contingencia podría dejar a las empresas expuestas a una disrupción repentina, y muy costosa, en sus cadenas de suministro.
Las empresas estratégicas deben evaluar cuidadosamente no solo a sus proveedores, sino también a los proveedores de sus proveedores, identificar oportunidades de redundancia fuera de México (los países de América Central se han convertido en fuertes alternativas a México en ciertos casos) y evaluar sistemas automatizados o empresas profesionales de gestión de comercio global para gestionar su actividad comercial y evitar costosas brechas de cumplimiento. Existe un grado comprensible de angustia dada la tendencia del presidente electo a hacer uso de los poderes presidenciales para imponer aranceles y, a menudo, con poca antelación, pero saber dónde puede ser vulnerable una cadena de suministro y tomar medidas para protegerla puede ayudar a compensar parte de la inevitable disrupción.
Judith Álvarez cuenta con amplia experiencia en operaciones de exportación y gestión de importaciones en México. Posee un amplio conocimiento de las normas de IMMEX, certificaciones, determinaciones de origen de varios acuerdos de libre comercio, análisis de minimización de derechos y clasificación de HTS. En su trabajo diario, ella gestiona servicios de consultoría de comercio exterior para clientes clave y es responsable del análisis de nuevas regulaciones aplicables a las operaciones de importación y exportación en México, Estados Unidos y Latinoamérica.